La histórica caminata desde Madryn hasta el Río (*)
por Carlos Dante Ferrari
Quizás fue una de las primeras proezas de los pioneros galeses. Una de las tantas que queremos recordar en esta serie dedicada a homenajear una gesta que está cumpliendo 150 años desde su inicio, allá, a orillas del Golfo Nuevo.
A veces no es fácil ubicarse en tiempos y escenarios históricos. Nuestra mirada tiende a olvidar muchos factores condicionantes del pasado, hoy superados por el confort y la tecnología. Pero en el crudo invierno de 1865, sin buenos calzados ni abrigos, sin medios de locomoción ni equipamiento adecuado; sin instrumentos para una orientación geográfica precisa, emprender una travesía a pie desde el Golfo Nuevo hasta la desembocadura del río Chubut era una verdadera aventura. Sin embargo, no había otra alternativa: los colonos habían desembarcado allí días antes y sabían que su destino era un valle a orillas del río Chubut, a unas 40 millas de distancia.
Para evitarles las previsibles penurias de la caminata, el grupo colonizador decidió embarcar a la mayoría de los niños y mujeres a bordo del “Mary Hellen”, un barco al mando del capitán norteamericano John Woods. Pero esa es otra historia de la que ya hablaremos más adelante. Lo cierto es que el resto de los colonos, divididos en grupos, se lanzaron al cruce de la meseta a comienzos de agosto.
Los escasos testimonios escritos cuentan cuántas peripecias sufrieron los caminantes. El Rev. Matthews nos dice que cada grupo saldría con un día de diferencia y que estimaban realizar la travesía en dos días, pero en los hechos estuvieron cerca de cuatro días perdidos en el campo, sufriendo la escasez de alimentos y la falta de agua.
Por su parte, Richard Jones, Glyn Du, brinda interesantes detalles, porque formó parte del primer grupo –llamado “de los 19” – que partió al mando de Edwyn Roberts. A la salida del sol, el 1° de agosto, un disparo de cañón fue la señal para emprender la marcha. El capitán del “Mimosa” les había aconsejado que mantuvieran el rumbo al sur. Como elementos para transportar los víveres, el agua y los utensilios llevaban un caballo y una carretilla, que fue abandonada a poco andar, ya que era imposible propulsarla por esos terrenos pedregosos, con subidas y bajadas. En algún momento, entre la primera y la segunda jornada, extraviaron el rumbo, desviándose hacia el sudeste, y se encontraron en el cordón sur del Golfo Nuevo, llamado “Penfford”. Hacia el anochecer se rajó el recipiente que transportaba el agua. El tercer día bajaron a la costa para seguir bordeándola hacia el sur. Estaban muy agotados, hambrientos y sedientos. En el camino se cruzaron con fauna desconocida: zorros, liebres, martinetas; un zorrino les arrojó su líquido hediondo y también se toparon una víbora de casi 2 metros. Edwyn Roberts, que se había adelantado para buscar agua, encontró una laguna y volvió con el precioso elemento para aliviarles la sed. Tardaron en total cinco días en llegar al “Fuerte Viejo”.
También Thomas Jones, Glan Camwy, narra algunos pormenores de ese viaje. Cuenta que después de fracasar en un primer intento, el grupo de Daniel Evans cargó las herramientas, víveres y demás elementos en un bote y salieron rumbo a Rawson, pero la chalupa hacía agua, por lo que debieron tocar tierra en Punta Leones y volver a Madryn a pie, agotados y sedientos. Thomas Jones, junto con John Hughes y William Richards, fueron los encargados de arrear los caballos, vacas y ovejas. Hicieron noche en Loma María, donde William Richards tuvo un accidente con un frasco de pólvora que, cercano al fuego, le explotó en la mano. Para salir del paso, John Hughes quedó a cargo del ganado mientras Thomas Jones acompañaba a Richards hacia el Fuerte Viejo, al que pudieron llegar al anochecer, gracias a que se encontraron con otros dos colonos que les indicaron el camino.
El testimonio de John Daniel Evans, el baqueano, que por entonces era un niño de tres años, es tan breve como dramático. Nos dice: “Mi familia fue la última en partir, junto con otra. Marchamos por tierra. Atravesamos el desierto arreando unos cerdos traídos de Patagones. Atrás nos seguían nuestros dos perritos. Tardamos cinco días, cansados, fatigados, exhaustos, pero gracias a la lluvia caída llegamos sin lamentar pérdidas”.
Recientemente, un grupo decidió hacer la caminata de Madryn a Rawson; una buena manera de rendir tributo a los esforzados viajeros que se internaron en un territorio tan agreste y diferente de su tierra natal. Para cerrar esta breve crónica de hoy, a continuación se transcribe el poema “Camino al río”, dedicado a homenajear esa histórica peregrinación de los pioneros galeses.
CAMINO AL RÍO
Es largo el camino al río…
Hay que tentarlo en las bardas,
adivinarlo en las cimas
entre jarillas y sampas,
sobre coirones y espinas .
Qué esquivas son las distancias…
El mar las vuelve cadencia
–horizonte repetido–
y la meseta un faldeo,
una cuesta, un infinito.
Es largo el camino al río…
Lo crispa la incertidumbre
bajo ese viento agostizo;
se hace húmedo en la nostalgia
y sed en los labios fríos.
Qué profundo es el silencio…
Sólo lo quiebran las piedras
bajo los pasos cansinos,
los balidos del arreo,
un grito, un suspiro, un silbo…
Es largo el camino al río.
La sed, el hambre, el cansancio
no dan tregua ni clemencia
y el alma busca un remanso
entre memorias y ausencias.
Sólo ausencias y memorias…
Unas están en el puerto
–las mujeres y los niños–
y allá, en la patria, muy lejos
otras se tiñen de olvidos…
Alguien entona unos salmos…
De pronto, los caminantes
juntan sus voces en himnos
y en un coro trashumante
marcha el sueño peregrino…
Vaya, si es duro el camino…
Pero grandes son las ansias
y ante los astros testigos
la noche alumbra esperanzas
cuando el canto se ha dormido.
Es una nueva mañana…
Las voces cruzan la loma
y surge un valle tendido:
hay una cinta plateada,
un foso, chozas, ladrillos.
Es éste el final del viaje…
El Sol esparce su brillo
sobre el cielo, como un signo;
se inunda de fe el paisaje:
¡El Canto ha llegado al Río…!
(*) Este artículo integró una serie de notas efectuadas por el autor para un ciclo radial emitido por LU20, Radio Chubut, entre febrero y julio de 2015, con motivo del Sesquicentenario de la llegada al Golfo Nuevo del primer contingente de inmigrantes galeses en el Chubut, en julio de 1865.