Maestro de grado, se busca urgente

Por el maestro jubilado Arturo Lizama

Ni para las tribus originarias ni para los colonos galeses la falta de docentes fuese un problema: en las comunidades de ambas culturas abundaban los instructores del saber necesario para sobrevivir en la meseta y el valle. Pero cuando el sistema educativo nacional aterrizó en La Colonia, las cosas empezaron a complicarse: el maestro reconocido por Buenos Aires debía hablar castellano –ni galés ni mapuzungún- y esto se ha ido conformando en una especie de estigma para nuestras escuelas porque la producción de maestros chubutenses sigue siendo deficitaria y continuamos dependiendo del arribo de docentes norteños.

Este problema estructural se ha agravado en la última década y se percibe claramente en la segunda etapa de cada ciclo lectivo. Para angustia de los padres y desvelo de los directivos, todos los días quedan cargos sin cubrir en muchas escuelas (hasta 20 suplencias en Trelew, la cabecera Gaiman es más chica, pero cada semana alguna de nuestras escuelas se enfrenta con este problema). Los directivos encuentran paliativos: atender ellos mismos a los grupos sin maestro, o ponerlos bajo la asistencia de otro docente (maestro de grado, de apoyo o bibliotecario), pero estas respuestas siempre implican que el docente afectado abandone su función específica y, si la situación se prolonga por unos días, también se ve afectada la normal fluidez de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

El origen del problema está en el normal (y saludable) crecimiento del sistema: hemos superado felizmente aquella época recesiva de los `90, durante la cual bajo el imperio de la Ley de Emergencia- estaba prohibido nombrar suplentes por un día, se suprimieron los cargos de Bibliotecario y de Secretario (ni pensar en Maestro de Apoyo), había que pedir permiso para nombrar suplentes en cargos directivos…- Una época para el olvido si no fuera porque la actualidad se encarga de recordárnosla.

Desde el 2000 para adelante, el sistema ha empezado a recuperarse e inclusive a crecer: además de la cobertura del tradicional Nivel Primario, ha crecido el Nivel Inicial atendiendo ya desde los 3 años de vida, ha crecido la Educación Especial, la Escuela para Adultos (y en estas 2 modalidades con frecuencia se cubren los cargos con maestros comunes). La propia Escuela Primaria extiende sus servicios a la Jornada completa o a áreas curriculares nuevas como Inglés. Particularmente, la conversión indiscriminada de escuelas comunes urbanas en Jornada Completa (la Ley de Educación establecía su obligatoriedad sólo en zonas rurales), restringió la disponibilidad de docentes dispuestos a trabajar en doble función e, inversamente, impide que un docente que trabaja en un turno, pueda desempeñarse en doble función en esa modalidad.

En el otro extremo está la formación de docentes, un déficit histórico de nuestra Provincia. No es porque no hayan Institutos, ya que estos también han proliferado en las últimas 2 décadas. Tampoco es que falten interesados ya que año a año, varias decenas de jóvenes y no tan jóvenes se matriculan en primer año. De ambos fenómenos hemos sido testigos en los 3 últimos años en Gaiman, adonde uno de los Institutos trelewenses ha inaugurado un anexo. La incógnita es lo que pasa en ese lapso de 5 años donde la cohorte de estudiantes se desgrana al punto de que egresa menos del 10%. A ese largo plan de formación quedó mansamente atada la Provincia de Chubut a partir de la Ley Federal de Educación (en un federalismo muy mal entendido para mi gusto), tirando a la basura el Plan del Magisterio Provincial que formaba maestros en un trayecto de Nivel Secundario. Ahora la formación docente dura tanto como muchas carreras universitarias pero los “Profesores para la Enseñanza Primaria” no sobresalen por sus conocimientos o habilidades técnicas de los “Maestros Provinciales”.

Otro punto deficitario importante está en la salud docente: no creo que haya una escuela que no tenga es su planta docente al menos 1 persona en tareas pasivas. Pícaros que abusan de sus derechos sin importarles el prójimo hay en todos lados y, probablemente entre tantos casos haya algunos que puedan incluirse en esta categoría, pero la magnitud del fenómeno es tal que no se puede negar el desgaste que produce hoy la labor docente. Digamos, de paso, que esta realidad lleva a suponer que el recurrente intento por prolongar la edad jubilatoria de los maestros sólo conduciría a convertir las instituciones educativas en un híbrido mezcla de escuela y hospital que seguramente reproduciría más enfermedad que conocimiento.

A pesar de tratarse de un problema añejo no conozco siquiera intentos de atenderlo de fondo. Han surgido algunos tímidos paliativos como la habilitación de los maestros jubilados o de los Profesores de Nivel inicial para cubrir suplencias, después de sortear un largo trámite que da cuenta del desinterés de las sucesivas gestiones políticas por atender la problemática. También podría apelarse a la cobertura de suplencias con profesores de áreas especiales ya que éstos están habilitados desde hace unos años para asumir cargos directivos, pero la decisión política también se hace esperar.

Mientras tanto, cobra absoluta importancia el sueldo docente, única variable que puede mejorar o empeorar el panorama, mientras no se genere una alternativa de formación docente más adaptada a la emergencia. Por lo tanto, cada vez que hay paro docente, indirectamente los maestros también luchan por un salario que tiente a colegas de otras provincias a optar por enseñar en Chubut.

 

Blanca Juliana Mangini

Redacción

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