Edwyn Cynrig Roberts (*)

Por Carlos Dante Ferrari
 
Habíamos prometido referirnos más en detalle a Edwyn Cynrig Roberts, un personaje digno de ser recordado por sus valiosos aportes a la gesta colonizadora. Edwyn C. Roberts nació en Y Bryn, en el distrito de Cilcain, Flintshire. En 1847 se trasladó con su familia a Wisconsin, Norteamérica. Para entonces, algunos grupos de galeses habían empezado a emigrar a los Estados Unidos de Norteamérica, con motivo del de la situación que vivían en su propia tierra y que ya hemos relatado en anteriores entregas. También habíamos dicho que, a poco tiempo de radicarse en allí, los grupos emigrantes terminaban por dispersarse o incorporar muy pronto la lengua y las costumbres del país adoptante, con lo cual se diluía aquel propósito fundamental de mantener el idioma, la religión y las tradiciones en el estado más puro posible.
 
Pronto Edwyn C. Roberts se integró al grupo nacionalista, que en ese tiempo procuraba hallar un sitio en el mundo para su proyecto migratorio. El sitio elegido, como sabemos, fue la Patagonia. En cierto momento Edwyn sintió que el proyecto parecía languidecer, y hasta estuvo decidido a viajar a Sudamérica por sus propios medios, pero sus compatriotas lo convencieron de que fuera a Gales, a tratar de conseguir más interesados en llevar a cabo ese plan.
 
Después de encontrarse con Michael Daniel Jones e integrarse a la Sociedad de Emigración formada en Liverpool en 1861, Edwyn, que tenía el don de una maravillosa oratoria, recorrió todo Gales, pronunciando encendidos discursos para conseguir adeptos que se sumaran al proyecto migratorio patagónico. En sus arengas relataba sus propias experiencias como galés en el exilio y exhortaba a sus compatriotas a unirse al proyecto Patagonia. Así consiguió encender esa llama en muchos corazones.
 
El viaje finamente pudo concretarse, y en mayo de 1865, poco más de 150 galeses partieron desde Liverpool rumbo a la Bahía Nueva, en la Patagonia, a bordo del Velero Mimosa. Cuando desembarcaron en las costas chubutenses, el 28 de julio de ese mismo año, Edwyn Roberts y Lewis Jones estaban allí listos para recibirlos.
 
En efecto, Jones y Roberts habían viajado con antelación a la Argentina a organizar los preparativos para la llegada del contingente. Después de pasar por Buenos Aires y realizar gestiones oficiales, viajaron a Patagones y desde allí hicieron dos viajes al Golfo Nuevo para transportar víveres, animales y herramientas. El 14 de junio de 1865, ambos líderes, con la ayuda de cinco peones traídos desde Patagones, comenzaron a organizar los aprestos para la llegada del contingente galés. En esa tarea sufrieron toda clase de penurias: desembarcaron los caballos, las vacas, los bueyes y las ovejas, armaron los corrales; pero pronto algunas ovejas se escaparon y debieron salir a recuperarlas. Hacía viento, mucho frío y también sufrieron días lluviosos, sin un reparo adecuado. Después armaron refugios con tablones de madera sobre los muros de tosca, donde cavaron para lograr un mejor resguardo.
 
El problema principal era que no tenían agua, de manera que Edwyn Roberts, con ayuda de los peones, comenzó a cavar un pozo. A todo esto, los peones se rehusaban a trabajar si no recibían más paga y mejor comida. Lewis Jones regresó a Patagones a buscar más animales y Edwyn quedó solo con los peones, cavando el pozo en busca de agua. Así lo relata John Daniel Evans en sus memorias: “El pozo tenía varios metros de profundidad. Edwyn trabajaba en el fondo y dos maragatos tiraban de la soga para retirar la tierra. Cierto día los peones abandonaron la excavación y se llevaron la soga, dejando al pobre Edwyn en el fondo del pozo durante 30 horas. Luego, posiblemente arrepentidos, regresaron para sacarlo. Encontraron agua pero era salada, por lo que el lugar se llamó Pozo de agua salada”.
 
La última noche de julio, los miembros del consejo de gobierno decidieron que los hombres jóvenes saldrían primero hacia el río. Dividieron a los hombres en tres grupos, el primero de los cuales, dirigido por Edwyn Cynrig Roberts, partió el 1° de agosto. Podemos imaginar lo que fue un viaje a pie, sin agua, a través de la meseta. Un año después, en 1866, Edwyn se casó con Anne Jones, también viajera del Mimosa.
 
Años más tarde, él y varios compañeros fueron en busca de oro en los Andes. Encontraron un poco de metal precioso, y Edwyn, entusiasmado, fue a Gales para recaudar dinero, a fin de formar una empresa minera. No pudo ser: Edwyn falleció de un ataque al corazón en Bethesda, Gwynedd, el 17 de septiembre de 1893, unos días antes de su proyectado regreso a la Patagonia.
 
Quizás su mayor riqueza había sido el fuego fascinante de su palabra y el ímpetu incansable por llevar a cabo un emprendimiento patriótico que, gracias a unos pocos idealistas como él, finalmente se hizo realidad.
 
(*) Este artículo integró una serie de notas efectuadas por el autor para un ciclo radial emitido por LU20, Radio Chubut, entre febrero y julio de 2015, con motivo del Sesquicentenario de la llegada al Golfo Nuevo del primer contingente de inmigrantes galeses en el Chubut, en julio de 1865.

Blanca Juliana Mangini

Redacción

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