El Eisteddfod: una tradición añosa (*)
Por Carlos Dante Ferrari
El 28 de Julio de 1865, junto con aquel pequeño grupo de hombres, mujeres y niños que desembarcaban en el Golfo Nuevo, hacía pie en el Chubut una práctica destinada a perdurar hasta nuestros días. Me refiero a una festividad en la que la literatura, la música y el canto coral son los ejes principales de su razón de ser: el Eisteddfod.
Sabemos que este encuentro de las artes, que año tras año congrega a la comunidad chubutense, hunde sus raíces en una tradición de siglos. Se dice que proviene de las antiguas prácticas de los druidas, que acostumbraban a reunirse para compartir sus textos literarios. “Eisteddfod” significa, literalmente, “estar sentado”, pues así era la manera en que los participantes se reunían para escuchar a los poetas. Lo cierto es que la historia registra desde épocas muy tempranas grandes obras poéticas destinadas, en un principio, a rememorar las gestas heroicas. En el siglo VI, el poeta Taliesin cantó las hazañas guerreras de Urien y de Owain. Otros poetas famosos dejaron obras trascendentes a lo largo del tiempo, largos poemas épicos que constituían un modo de conservar y memorizar los hechos históricos, cuando todavía la escritura no era una práctica popular y estaba en manos de una minoría ilustrada.
Hay registros de estos encuentros tan antiguos como el Eisteddfod realizado en Aberteifi en 1176. Siglos más tarde, en 1451, en Caerfyrddin, se establecieron las primeras reglas a observar para las composiciones líricas. Ya por entonces comenzó a premiarse la mejor obra poética, y el premio consistía en dos colgantes de plata con forma de sillas.
Según los registros, el primer sillón de madera en tamaño real, otorgado como premio al mejor poeta tuvo lugar en Dolgellau, en 1794, y a partir de entonces se instituyó el sillón bárdico como trofeo tradicional.
Una de las historias más conmovedoras fue la del bardo Hedd Wyn. Ocurrió en el Eisteddfod de 1917, celebrado en Penbedw (Birkenhead). La competencia de poesía tuvo como ganador a un poema presentado con el seudónimo “Fleur de Lys”. Cuando el poeta fue llamado a recibir su premio, se supo que había muerto pocas semanas antes combatiendo como soldado en las trincheras de Francia, cerca de Flandes. El sillón fue cubierto con un paño negro y se recuerda a ese encuentro como el Eisteddfod y Gadair Ddu (Eisteddfod de la Silla Enlutada).
Hay que destacar que la paz es una de las premisas tradicionales del Eisteddfod. Cuando se celebra la ceremonia de entronización del bardo, se lleva a cabo un rito consistente en desenvainar a medias una espada; la secuencia se repite dos veces más. El conductor pregunta cada vez a los concurrentes: “A oes Heddwch?” (¿Hay paz?) y la gente exclama: “Heddwch!” (¡Paz!). No es casual que a partir de 1947, después de la Segunda Guerra Mundial, el Eisteddfod Nacional de Gales adoptara como lema: “Que las voces de los coros hagan enmudecer para siempre los cañones”.
Los primeros Eisteddfodau en el Chubut se celebraron con la escasez de recursos propia de aquellos tiempos tan difíciles y se realizaban en las capillas del valle. En 1876, 11 años después del desembarco, se celebró un Eisteddfod en la chacra N° 85 de Betsi Hughes, entre Rawson y Trelew, y según los registros, tuvo lugar en una carpa improvisada, construida entre otros elementos con los restos de un barco naufragado.
En 1880 se celebró un Eisteddfod en la capilla Frondeg, en Treorci, y a partir de entonces empezaron a llevarse a cabo en forma anual, con bastante regularidad, aunque con algunas interrupciones, hasta el año 1950. Hubo entonces un paréntesis de 15 años, durante el cual solo se realizó un encuentro en 1958. Con los festejos del Centenario, en 1965, la práctica de los Eisteddfodau en el Chubut renació en forma ininterrumpida hasta hoy.
Entre los poetas más destacados, que ganaron varios sillones bárdicos, podemos recordar los nombres de William H. Hughes, Morgan Philip Jones, William Williams, Cynan Jones, Morris Ap Hughes e Irma Hughes de Jones.
A partir de 1967, la comisión del Eisteddfod decidió instituir un premio anual al mejor poema en castellano, consistente en una corona de Plata. Y desde 1994, la Asociación San David de Trelew otorga anualmente la Medalla de Plata al mejor poema en castellano en estilo tradicional.
En la actualidad también se realizan Eisteddfodau anuales en Trevelin y en Puerto Madryn, y en Gaiman se lleva a cabo el Eisteddfod de la Juventud, para niños y jóvenes hasta los 25 años de edad, en el que el poeta recibe la medalla otorgada por la Municipalidad de Gaiman.
Podemos comprobar con alegría que, año tras año, la participación juvenil se va incrementando; entre otros factores, porque en el Chubut los Eisteddfodau han comenzado a adquirir perfiles propios: se realizan en forma bilingüe y a los géneros tradicionales galeses se han incorporado numerosas competencias en castellano. El canto coral entremezcla obras clásicas con las del folklore americano, los solistas interpretan tanto obras líricas como la música popular argentina, las danzas celtas se alternan con el tango y la zamba y el resultado es una festividad única en Sudamérica, por sus características tan particulares. La herencia cultural de los colonos ha encontrado en el Eisteddfod un extraordinario mecanismo de conservación y constante enriquecimiento.
(*) Este artículo integró una serie de notas efectuadas por el autor para un ciclo radial emitido por LU20, Radio Chubut, entre febrero y julio de 2015, con motivo del Sesquicentenario de la llegada al Golfo Nuevo del primer contingente de inmigrantes galeses en el Chubut, en julio de 1865.