Ana Rosa Gatica Gastelú de Amaya
En la semana Aniversario de 28 de Julio la Licenciada y Profesora en Letras Silvia Adriana Zamarreño comparte la historia de una mujer que junto a su marido impulsó la Escuela N°52.
Rosa Gatica Gastelú de Amaya llegó a #Dolavon en el año 1924 – con 19 años- para trabajar en la escuela N° 35. Había nacido en Luján, provincia de San Luis, en el año 1905. Hija de Guiseldo Gatica y Rosa María Gastelú, fue la cuarta de ocho hijos.
En el año 1930 Ana Rosa se casó con Casiano Amaya, construyeron su hogar en un predio contiguo a Casalata y ambos se encargaron de llevar adelante la Escuela N°52 de 28 de Julio – Margen Norte. A partir de este momento, el matrimonio formó –para siempre- parte de la comunidad.
Según cuentan los que los conocieron, durante la segunda Guerra Mundial, la única radio de la zona era la de Rosa y Casiano. Por este motivo, lo de los Amaya se transformaba en el lugar de encuentro de los parroquianos que acudían a conocer las novedades de último momento.
Ana Rosa tuvo dos hijos, Héctor Alfredo – Kerulo- y Mario Abel –Abelito.
Después de muchos años en 28 de Julio, la familia Amaya se trasladó a #Trelew y Ana Rosa trabajó en la Escuela N°5. Posteriormente fue Directora del turno nocturno de la Escuela N° 123. Actualmente, una biblioteca barrial de la ciudad –la del Barrio Etchepare- lleva su nombre.
Así la recuerda nuestro informante, Owen Tydur Jones, en una semblanza que escribió en su memoria: A pesar de su carácter afable, su dedicación total a su familia, su contracción al trabajo, y su callado ejemplo de moral y respeto al prójimo, la vida no fue fácil para ella, (…)
Un hecho pintoresco ilustra la calidez de su persona: su hijo Mario Abel había sido amigo y compañero de estudios de Raúl Alfonsín y Ana Rosa fue invitada especialmente al acto de asunción de éste último como Presidente de la Nación. Alfonsín prometió visitarla en su hogar (San Luis) en la primera salida al interior. (Jones, 24).
El recuerdo de Ana Rosa permanece latente entre los habitantes más longevos de 28 de Julio-Margen Norte; quienes asistieron a la Escuela N° 52 la rememoran a través de su simpleza y afecto, evocando las últimas horas de clase en las que enseñaba manualidades a las niñas y era considerada y atenta con ellas.
Los restos de Ana Rosa -una de las personas que contribuyó con más ímpetu a la educación en 28 de Julio- descansan junto a los de sus seres queridos en la tierra que la vio nacer; hoy pervive su imagen en la memoria colectiva como una mujer abnegada y generosa que brindó gran parte de su vida a contribuir con la comunidad que la albergó.
Agradezco con afecto a Owen y Eurgain que, como siempre, incondicionalmente, colaboran con mis trabajos de recuperación de las historias y recuerdos de 28 de Julio.
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