Un 28 de julio por dentro: entre el té, los juegos y la hermandad
A lo largo de Chubut, donde existen vestigios de los primeros asentamientos de colonos pioneros de la gesta galesa, cada 28 de julio es motivo de celebración, gratitud y fraternidad con los vecinos. El corazón de la comunidad galesa ha sido -y aún hoy de alguna manera lo es: la capilla.
Esos edificios no solo fueron el punto de adoración a Dios. Han sido escuelas, Concejos Deliberante, sala de reuniones para la definición de diversos problemas sociales, salas de ensayo, de teatro y otros eventos culturales y, por qué no, como «casas de té». Sin embargo, aproximado el Gwyl Y Glaniad (Fiesta del desembarco), las capillas automáticamente se transforman en centro social de festejo y con ello, la activación de laboriosas comisiones que deberán preparar el banquete de exquisiteces, organizar el concierto de la noche y procurar los juegos tradicionales en el transcurso de la tarde.
Persisten en la memoria de muchos de nuestros lectores los sucesos periféricos al sencillo acto de tomar el té y compartir la mesa con seres queridos. Es que puertas afuera de los templos, sucedía un mundo de diversión: puntería, búsqueda de tesoros, taba y hasta goles en un arco.
Cómo era en Salem
Durante todo el siglo XX Salem sirvió el té en su típica construcción de chapa entre Dolavon y Gaiman, margen sur. «Siempre fuimos a Salem, mi mamá estaba a cargo de preparar el té», recordó Melba Griffiths sobre su madre Violeta Phillips (Cil Sant). Mencionó que las tareas estaban distribuidas entre quienes cortaban las tortas y tartas, el cortado y enmantecado del pan y el preparado de la hoya grande con las hebras de té calentadas a leña, una tarea que no cualquiera hacía a la hora de hervir el agua y distribuir el líquido para las teteras.
Tan imperceptible como determinante ha sido el trabajo previo en cada hogar con los preparativos durante los días anteriores al «gran día» . Eran buenas ocasiones para el teatro y las obras sobre el púlpito con actores aficionados de la zona, donde Violeta supo dirigir varias muy recordadas representaciones alusivas a la fecha.
Sobre los juegos recordó que en Salem, Lle Cul (La Angostura), «había carrera de embolsados para chicos, una especie de tiro al blanco con gomines y enganchar liguitas en un tablero… se tiraba de cierta distancia. Para los hombres estaba la herradura y la taba. Para los chicos también había hoyo pelota», detalló Melba.
Mencionó a familias vecinas de Cil Sant que trabajaban arduamente para los festejos Salem: los Handley, los Owens, los Ellis.
Ella toda su vida al igual que sus hermanas, ha conservado cada detalle del té al estilo de las familias de los primeros colonos. La modestia, el ingenio para nutrir la mesa en tiempos de grandes necesidades y las formas a la hora de sentarse a compartir un té galés en un momento impostergable de la tarde. Conocieron en aquella niñez junto a otros niños de La Angostura, la fraternidad en torno a la mesa, los juegos y el canto.
Los juegos en Drofa Dulog
Entre Trelew y Gaiman, sobre la margen sur del río, mientras tanto sucedían los festejos en torno a Nazareth. La capilla que tiene dos puertas para entrar y con ventanas mirando el trazo del sol, rodeada de tamariscos, fue testigo a lo largo de 120 años no solo de conciertos de música al caer la noche de julio. Los juegos en el patio incluían reñidas competencias de tiro al blanco, palo enjabonado, carrera de embolsados y hasta picaditos de fútbol, según testimonios recogidos por El Valle Online.
Claudio Hughes, es descendiente de las primeras familias que cultivaban la tierra y la fe en Drofa Dulog.
Conoció aquellos juegos típicos del Gwyl y Glaniad.
Claudio Hughes dijo guardar «recuerdos espectaculares». Mencionó que «el tiro al blanco lo ganaba siempre De Pedro, era de los más destacados de los juegos. Se corrían maratones y ya en aquellos años se vislumbraba a «El monito» Ibañes, una leyenda de Trelew. Él empezó corriendo ahí en Drofa Dulog, los Ibañes vivían en la chacra que le decíamos el bosque de álamos, llegaron a Brasil de Portugal y vinieron al valle».
Ilustró diciendo que «yo todavía es como que veo a los hombres trepar el palo enjabonado».
Sobre las icónicas competencias de tiro al blanco indicó que el lugar era «detrás de la hilera de tamariscos pasando la capilla y la escuela apuntando hacia el río, se hacía el tiro al blanco».
Para Hughes «esos 28 de julio eran tremendos. Existía el Club Las Margaritas donde se hacían bailes el fin de semana. Había dos salones, uno con orquesta en vivo para los mayores y un salón con toca disco para los más jóvenes», enumeró.
«Al finalizar el té, se sacaban los tablones de las mesas y con la gente que quedaba se hacía un culto. El Pastor Watkin del Ejército de Salvación siempre se quedaba. Y a la noche era la entrega de premios, todo junto con el culto», resumió para El Valle Online.
Recuerdos de Bryn Crwn
Marcia y su hermano Edgardo Lloyd Jones acudían a las celebraciones en Bryn Crwn. Recordó en una charla con este portal que «íbamos de muy chiquitos con mi hermano Edgardo Lloyd Jones (Eddie). Él es quien hoy en día organiza juegos en Ebenezer Dolavon, se ve que algo han dejado aquellos juegos y siempre que se puede y el día está lindo él los hace cómo va a ser este 30 de julio en el té. Eddie recuerda que en Bryn Crwn los organizaba Ivano Jones».
La vecina que reside en Gaiman comentó que «lo que recuerdo es la carrera de embolsados y la sortija. Íbamos corriendo con el caballo y el palo con el gancho estaba puesto cerca de la entrada. Eso me acuerdo como si fuera ayer. Jugábamos lo más que podíamos para ganar. Luego volvíamos a casa y era maravilloso volver con los regalitos que nos daban. Se iban anotando los puntajes y en la entrega de premios nos daban cuadernos, cajas de colores, lápices, sacapuntas que en esa época eran oro puro», contó Marcia Lloyd-Jones (Gerlan) quien en su niñez vivida en el valle pudo ver aquellos eventos en su esplendor.