El agua subterránea del Valle Inferior: ¿una alternativa real al Rio Chubut?
Bajo la llanura entre Gaiman y Trelew existe un sistema de acuíferos naturales que podría servir como fuente alternativa de agua en períodos de sequía.
Sin embargo, su calidad, capacidad y vulnerabilidad plantean dudas sobre su viabilidad real sin tratamiento ni control permanente.
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Un valle fértil con un río cada vez más débil
El río Chubut atraviesa una de las zonas más productivas de la provincia, pero también una de las más vulnerables al cambio climático. En los últimos años, su caudal mostró descensos persistentes y un comportamiento irregular del dique Florentino Ameghino, que obliga a cooperativas y municipios a revisar planes de contingencia cada primavera.
Mientras las lluvias siguen siendo escasas —con promedios anuales de 200 a 250 milímetros—, la pregunta vuelve a surgir: ¿podría el agua subterránea convertirse en una alternativa real si el río no alcanza?
Qué hay bajo el suelo del Valle Inferior
Debajo de la superficie agrícola que une a Gaiman con Trelew se extiende un sistema acuífero conocido desde hace décadas por los estudios hidrogeológicos del CENPAT-CONICET y la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNSJB). Se trata de un acuífero freático, una capa de sedimentos aluviales que retiene agua proveniente de la infiltración del río y de los canales de riego.
Según trabajos técnicos publicados entre 2018 y 2022, su profundidad varía entre los 10 y 40 metros, con un comportamiento estacional: durante la temporada de riego, el agua se infiltra y recarga el subsuelo; en otoño y parte del invierno, el nivel freático desciende notablemente. Es, en palabras de los investigadores, “un sistema vivo que respira al ritmo del río”.
Un potencial técnico con muchas condiciones
Los datos disponibles confirman la existencia del acuífero, pero no hay estudios recientes que determinen su caudal sostenible ni su capacidad de abastecimiento urbano. El Instituto Provincial del Agua (IPA) no posee registros públicos actualizados de extracción, y la mayoría de los pozos existentes tienen uso rural o experimental.
Modelos comparativos realizados por el Instituto de Hidrogeología Aplicada (UBA-CONICET) en cuencas similares del país estiman que este tipo de napas puede sostener consumos moderados por semanas o meses, pero no reemplazar el flujo superficial a largo plazo. En el Valle Inferior, donde la demanda de Trelew y Rawson se mide en millones de metros cúbicos por año, el aporte subterráneo sería complementario, no sustitutivo.
La calidad del agua: un límite difícil de sortear
Los estudios hidroquímicos realizados por el CENPAT y la UNPSJB muestran que la calidad del agua subterránea varía fuertemente según la zona. En los sectores más próximos a Gaiman, las concentraciones de sales y minerales son moderadas; en cambio, hacia Trelew y Rawson se detectan valores altos de sólidos disueltos totales, cloruros, flúor y arsénico.
En varios pozos analizados, los niveles de arsénico superan los 0,04 mg/L, límite máximo permitido por la Organización Mundial de la Salud. A eso se suman contaminantes asociados a la actividad agrícola y urbana: nitratos, sulfatos y trazas de plaguicidas.
Por esas razones, el agua del acuífero no es apta para consumo humano directo sin tratamiento avanzado. Su potabilización exigiría procesos de ósmosis inversa o desalinización, tecnologías disponibles pero de alto costo energético y económico.
Un recurso vulnerable sin monitoreo continuo
La vulnerabilidad ambiental del sistema subterráneo fue evaluada como “baja a moderada” en estudios previos, lo que significa que podría preservarse si las cargas contaminantes son esporádicas. Pero en la práctica, no existen redes de monitoreo sistemático ni control público regular sobre las napas del valle.
El Código de Aguas de Chubut prioriza el uso humano, pero no establece protocolos específicos para aguas subterráneas ni programas provinciales de seguimiento. El Laboratorio EcoFluvial del IPEEC-CONICET mantiene proyectos de observación y cartografía, aunque sus resultados no se publican regularmente.
Sin información actualizada, la utilización de estos reservorios en una emergencia sería más una apuesta que una decisión técnica.
Un recurso real, pero con límites claros
En síntesis, los reservorios subterráneos entre Gaiman y Trelew existen y cumplen un rol natural en el equilibrio hídrico del valle, pero su potencial como fuente alternativa enfrenta tres obstáculos principales:
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Capacidad limitada: no hay datos que indiquen que puedan sostener grandes volúmenes de extracción.
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Calidad variable: la mayoría de las muestras analizadas requieren tratamiento complejo.
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Gestión insuficiente: no existe una política de monitoreo continuo ni infraestructura de aprovechamiento.
Expertos del CENPAT y del INTA coinciden en que el acuífero puede ser útil como apoyo temporal —por ejemplo, para riego o abastecimiento rural en períodos cortos—, pero no como solución estructural al problema del agua.