No te apresures a contratar
Por qué sumar gente al equipo no siempre es la primera solución
Integrar personas al equipo de trabajo no es una decisión para tomar a la ligera. Cuando estamos en pleno crecimiento como organización, es muy tentador agrandar el equipo para alivianar la carga de trabajo. El cansancio, la sensación de caos y la lista infinita de pendientes nos susurran al oído: “Necesito alguien ya”.
Pero cuando estas decisiones se toman de forma apresurada y sin método, las consecuencias pueden ser costosas: sueldos que no se justifican, más conflictos que soluciones, rotación temprana y un líder aún más agotado que antes.
Este artículo es una invitación a frenar un minuto antes de publicar un aviso, y pensar con lupa qué estás decidiendo cuando “contratás a alguien”.
1. Antes de contratar: ¿qué problema quiero resolver?
Al momento de contratar, lo primero que tenemos que estudiar es el objetivo:
● ¿Qué pretendo que resuelva a corto plazo?
● ¿Y qué espero que aporte a largo plazo?
Estas dos preguntas son fundamentales.
El corto plazo: los famosos “primeros 3 meses”
Comprender qué quiero que la persona logre en 3 meses permite:
● Comunicarle con claridad cuáles son las expectativas.
● Definir indicadores simples para medir si se está acercando a ese objetivo.
● Evaluar, en un plazo razonable, si la posición y la persona funcionan en tu organización.
Ejemplos de objetivos de corto plazo:
● “Que ordene y sostenga al día la facturación y los cobros”
● “Que responda los mensajes de clientes dentro de las primeras 12 horas.
● “Que implemente un sistema básico de registro de clientes en un Excel compartido.
● ”Si no podés escribir esto en frases simples, todavía no estás listo para contratar: estás contratando a alguien para que piense por vos, no para que ejecute una función clara.
El largo plazo: ¿es solución a un problema o inversión estratégica?
También es importante comprender si la persona viene a resolver un problema vigente o si es una inversión en desarrollo organizacional.
No es lo mismo:
● Caso 1 – Rol operativo que libera tiempo:
Contratar una secretaria para que se encargue de facturar, tomar turnos, cobrar y resolver problemas administrativos. Aquí el objetivo principal es liberar horas tuyas (o de otro rol clave) para que puedan enfocarse en tareas de mayor valor.
● Caso 2 – Rol de desarrollo de negocio:
Incorporar una persona a un estudio de arquitectura para que desarrolle modelos de arquitectura sustentable y abra una nueva línea de servicio. Acá la persona no solo libera tiempo, sino que crea algo que hoy no existe.
Ambas contrataciones pueden ser correctas, pero se miden distinto:
● En la primera, medís cuánto tiempo ganás y si la operación se ordena.
● En la segunda, medís cuánto negocio nuevo se genera, en qué plazo y con qué rentabilidad.
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Por Lucía Castelló
Licenciada en Recursos Humanos, Posgrado en Análisis de la Conducta, Docente universitaria. Fundadora y Líder en Desarrollo y Capacitación en Talent Connections.





